Érase una vez una princesita que no abultaba el tamaño de una nuez. Sus padres la tenían que cuidar como oro en paño , porque era muy frágil. Tenía una casita solo para ella y ahí la metían con sus juguetes preferidos que claro, eran tambíen , muy pequeñitos.
Dentro de su pequeñez, era perfecta: Sus manitas, delicadas y blanditas; sus piernecitas, bien formadas; sus ojos, de un azul intenso; su naricilla, respingona; y se le formaba un hoyito en la mejilla , pero solo en una parte, era curioso... Siempre estaba sacando su lenguecita; los deditos de los pies, parecían guisantitos pequeñitos, pequeñitos, en definitiva, era una bebé preciosa.
Un día su mamá, como de costumbre, la metió en la casita para que no la pasara nada y que pudiera jugar tranquila. No se dió cuenta que se había metido un mosquito. Picó a la niña en el bracito. Se le puso todo rojo y dolorido. Un grito desgarrador salió de su pequeña garganta, que sobrecogió a su madre. Rapidamente la sacó. Trató de consolarla curándo su herida.
Ya nunca volvió a meterla en la casita, sin antes inspeccionar sus adentros, para evitar otro susto .
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1 comentario:
tengo yo una hija elena de ojos azules también perfecta, pero mayor
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