Erase una vez una niña preciosa, con unos ojos grandotes, una sonrisa embaucadora, unos dientecitos abajo pequeñitos, pequeñitos, que aún faltaban por crecer, una lengüecita encantadora ... en fín todo lo que se puede pedir a una niña de cuento.
Como era muy pequeñita, tenía que ir a todos los sitios con sus papás. Ellos la adoraban y estaban muy orgullosos de su hijita. Un día dijo sus primeras palabras: ma-ma-ma-ma- pa-pa-pa-pa-. Ponia la boquita muy graciosa , metiendo el labio inferior hacia dentro; otro día te hacía pedorretas; otro, movía la manita haciendo los cinco lobitos y así día a día iba creciendo , haciendo sus monadas que divertian a chicos y grandes .También lloraba, pero solo era cuando le pasaba algo, vamos, por absoluta necesidad.
En la guarderia se pegaban por darla de comer de lo bien que lo hacía. Cuando veía pasar un plato y no era para ella, lloraba desconsolada de la desilusión que la entraba. No se veía otra niña que comiera con tanto gusto sin tantas zarandajas como se hacía a los otros; que si el avión, que si ésta por papá, que si por mamá... Ella comía y ya está.
Esto que se cuenta está basado en hechos reales y la protagonista es mi nieta, a la que adoro.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario