Estoy pasando al ordenador un libro en forma de epistolario . Es una recopilación, por un lado, de cartas que me enviaba mi amiga , la abadesa del monasterio de Tulebras, por allá de los años setenta; por otro lado, las cartas que yo escribía a mi novio y que yo recibía de él , tambien por los años setenta, y otras de los años ochenta y cinco y noventa , a la muerte de mi padre y mi marido, el entonces novio.
Son cartas muy sentidas y que salían del fondo del alma , allá en la profundidad de mi más sentido ser, que enseñan toda mi juventud y posterior madurez, aunque hay que tener en cuenta que me quedé viuda a los treinta y cinco años y sin padre, a los treinta , con tres niñas muy pequeñas . En breve sacaré el libro a la luz . Será como una nueva concepción, como un deseado hijo que aflore hasta mi piel. Disfrutaré con ello todos los días de mi vida .
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