martes, 27 de enero de 2009

CUANDO MURIÓ MI HERMANA

Yo tenía una hermana. Se llamaba Paloma. Nos queríamos mucho. Como había una diferencia de edad de seis años, yo era su protectora y nos llevábamos muy bien. Incluso fuí su profesora durante un tiempo. Sin ella me siento huérfana como cuando perdí a mi padre. Siempre he dicho que distintas serían las cosas viviendo ella.
Corría el año 1994. Ella estaba limpiando, con tan mala suerte que se dió con una silla en el pecho. Tuvo un hematoma muy grande y doloroso. Esto fué el principio. Después de muchas pruebas le diagnosticaron cáncer de mama. En Julio de ese mismo año después de haberle extirpado los dos pechos, de un trasplante de médula , que le permitió asistir con mucha ilusión a la Comunión de su hija pequeña, Nuria, porque ya se había curado... A los pocos días volvió a tener síntomas de que aquello no iba bien. Era el comienzo de la metástasis hacía el cerebro. Comenzó con un fuerte dolor de cabeza. En Julio , como digo, la mandaron a casa. Era su fase terminal, con cuidados paliativos que ejercieron muy bien la Asociación contra el cáncer. El 31 de Agosto a las 9 de la mañana, ya inconsciente desde hacía unos días, empezó a abrir y cerrar la boca, como si de un pececillo se tratara. Así nos dejó placidamente, en su cama y en su casa. La observamos mi madre y yo y después su marido que unos minutos antes le habíamos llamado a su trabajo, inyectándola algo para evitar convulsiones. Inmediatamente la vestimos con sus galas más preciadas y mi madre tuvo la santa paciencia y coraje de maquillarla y ponerle la peluca. Así parecía dormida y preciosa.

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