jueves, 16 de diciembre de 2010
DE NUEVO TRISTE Y ABATIDA
Por enésima vez o yo que sé cuántas, mi marido decide irse de casa. Lo nuestro no cuaja ni pegado con Loctite, ni el pegamento más fuerte del mundo. Siempre es por la misma razón o por el contrario, cada vez se busca mil y un pretexto para marcharse, ahora es señores, porque no puede dormir ya que yo emito unos ronquidos descomunales según él y ni los tapones los mitigan. Se pasa la noche dándome golpecitos y no tan golpecitos y despertándome por supuesto; alguna vez he tenido que terminar yéndome al sofá, así que os podéis imaginar que cuerpo serrano tengo yo para ir a trabajar al día siguiente y levantándome a las seis y media de la mañana. Yo le propongo todo tipo de soluciones, pero ni por esas, se ha encerrado en su mundo y ahí va.
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