jueves, 30 de septiembre de 2010

EL ROBO DEL TIRÓN

El martes cuando iba hacia el médico de mi madre a paso ligero, como voy siempre, noto algo extraño, algo limpio y seco; tardé un segundo de recopilar lo que había pasado, me habian quitado de un tirón mi cadena con una cruz a la que tenía mucho cariño, yo grité y grité: al ladrón, al ladrón, pero nadie se inmutó ni me preguntó nada sobre lo que habías pasado y eso que eran las seis de la tarde y había gente paseando; yo solo me limité a seguirle con la mirada y ver como corría por una calle cortada que terminaba en un acceso a un parking y encima tuvo que cruzar. Yo creo que lo tenía todo calculado. Era un chico muy joven y no es por nada, por eso de como tratan los americanos a los delincuentes: Hispano, de piel algo oscura, con el pelo corto, al que no no le pude ver la cara, solo la espalda y su agilidad al correr; lo que no entiendo es como no me hizo ningún daño y fue tan limpio; del susto, la impresión y los nervios me oriné en el mismo instante, así que mi dignidad si quedó resentida.

No hay comentarios: