miércoles, 16 de diciembre de 2009

FALLECIMIENTOS

Hay fallecimientos que han marcado mi vida: En primer lugar, la muerte de mi hermana, porque viví muy de cerca su enfermedad y su muerte. Viví en su casa los dos últimos meses, cuando salió del hospital y la ví morir, parecía un pececillo abriendo y cerrando la boca; no tuvo ninguna convulsión, como nos dijeron los médicos.Tambén estuve con ella todo el mes de Marzo cuando le hicieron el trasplante de médula. La muerte de mi padre no la ví, pero me hizo reflexionar mucho, incluso escribí un epistolario a mi padre muerto. La de mi marido me pilló de excursión con los catequistas de la parroquia. Me tuvo que buscar la Guardia civil pues no estaba localizable. No me dejaron subir para verle y después no me atrevi, así que fue al único que no ví después de muerto, todavia me arrepiento, aunque ver a una persona tan joven me hubiera afectado mucho más de lo que me afectó. Recuerdo también a mi profesor de Matemáticas, en pleno curso que murió de un infarto, el Sr Vila, se llamaba. Asistimos todo el instituto a una misa celebrada en la capilla del centro que era a la vez la parroquía de aquel entorno. He asistido también a la muerte de dos profesoras; a una no la ví, pues coincidió que había nacido mi nietecita y no fuí al instituto; cuando yo comunicaba la feliz noticia, en el centro se vivía un gran desconsuelo. La otra había sido muy querida por todos y murió cuando ya estaba jubiilada por enfermedad. Estaba luchando durante mucho tiempo contra un cáncer de higado y al final se le había llevado. Otra muerte que me dejó huerfana por segunda vez fue la del hermano de mi padre, pues se parecían mucho. La muerte de mi abuela materna también la viví en mi adolescencia, murió en su casa rodeada de todos. Todavía recuerdo como me recibió mi tia, su hermana llorando, y yo también. Yo tenía dieciseis años y fué la primera muerte que yo viví. Mis abuelos paternos ya habían muerto, una en el año 32 y él, justo un año de nacer yo. todos estos recuerdos me vienen a la memoria por la muerte de un alumno ocurrida en estos días. No me lo quito de la cabez, verle allí en el tanatorio, parecía que iba a despertar de lo natural que estaba, ni siquiera tenía los labios blancos, tenían una tonalidad rosada. Veías a su madre tan desconsolada, que sin conocerla de nada, te unes a ella en un llanto suave y desgarrador. Todos sus compañeros fueron a verle junto a los profesores que le habíamos tenido durante estos años.

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